La accesibilidad en los edificios de viviendas no es solo una cuestión técnica: es un derecho básico que permite a las personas vivir con autonomía, dignidad y seguridad. Sin embargo, en España sigue siendo una asignatura pendiente.
Accesibilidad significa poder entrar al portal sin escalones, abrir una puerta que no pese demasiado, usar un ascensor sin dificultades o simplemente llegar al buzón a una altura adecuada. Son gestos cotidianos que para muchas personas con movilidad reducida resultan imposibles. Y no hablamos solo de una limitación física, también emocional. Cuando alguien no puede salir de su casa, pierde autonomía, vida social y autoestima.
El parque residencial español refleja las carencias de décadas: más de la mitad de los edificios son anteriores a 1980 y se construyeron sin tener en cuenta criterios de accesibilidad. Incluso entre los construidos después de 2011, apenas un 2% son plenamente accesibles. Escaleras, rampas mal diseñadas, ascensores pequeños y puertas estrechas o pesadas siguen siendo las barreras arquitectónicas más comunes. En 2019, según un estudio de la Fundación Mutua de Propietarios, un 74% de las personas con movilidad reducida dependía de alguien para salir a la calle y un 20% se vio obligado a cambiar de domicilio.
Los estudios más recientes de la Fundación confirman que la situación apenas ha mejorado. En La Voz de la Accesibilidad (2024) se constata que solo un 0,6% de los edificios cumplen con los criterios de accesibilidad universal, lo que obliga a más de un millón de personas con movilidad reducida a depender de terceros para salir de casa y condena a unas 100.000 a no poder hacerlo nunca. Además, el 55% de la población reconoce no estar sensibilizada con esta realidad y un 81% percibe que medios de comunicación y redes sociales apenas se hacen eco del problema.
El estudio Sumando Voces (2025) aporta la perspectiva directa de las personas afectadas: siete de cada diez se encuentran a diario con barreras, un 79% ha tenido que renunciar a planes sociales, y los ámbitos más afectados son la vida social (60%) y el ocio (58%). Las emociones predominantes ante entornos no accesibles son la frustración (32%) y la impotencia (27%). El apoyo recae principalmente en la familia (69%) y un 9% carece de cualquier red de apoyo, lo que refuerza la necesidad de más viviendas accesibles.
Pese a todo, la accesibilidad debe entenderse como una inversión, no como un gasto. Hacer accesible un edificio mejora la convivencia y reduce costes a largo plazo. En el estudio llevado a cabo por la Fundación en 2023, se estimaba que convertir un edificio de viviendas en accesible tiene un coste medio de 1.361 euros por hogar, aunque siete de cada diez españoles reconocen que un edificio accesible revalora considerablemente el inmueble.
Según los datos obtenidos, la falta de accesibilidad limita la calidad de vida y la autonomía de miles de ciudadanos, y revertirla exige no solo obras que eliminen barreras físicas, sino también un cambio cultural que incremente la sensibilización y la conciencia social.
Conscientes de esta realidad, la Fundación Mutua de Propietarios ofrece ayudas económicas para obras de accesibilidad. El programa de ayudas Sin Barreras combina subvenciones directas y financiación al 0% para comunidades de propietarios. Estas ayudas han permitido que cientos de personas con movilidad reducida recuperen su independencia y mejoren considerablemente su calidad de vida. Además de este apoyo, la Fundación apuesta por mejorar la accesibilidad a través de la innovación tecnológica con la aplicación Zero Barreras, una herramienta gratuita para móviles que evalúa la accesibilidad de un edificio y genera un índice de accesibilidad útil para utilizar en informes, proyectos o tasaciones.
El futuro nos plantea grandes retos, uno de ellos es que España será en pocas décadas uno de los países más envejecidos de Europa y un tercio de la población superará los 65 años. En este contexto, la accesibilidad deja de ser un lujo para convertirse en una necesidad. Adaptar las viviendas y los entornos residenciales es una prioridad estratégica para garantizar la autonomía y generar nuevas oportunidades de innovación y adaptación en nuestro parque de viviendas.
Fundación Mutua de Propietarios
Cristina Pallàs, Directora


